FÚTBOL POLÍTICO
Por: Efraín Marino Rincón
@corpresacol
Llega la fiebre del fútbol a más de 40 grados de temperatura en el emirato de Qatar, desde el próximo Domingo 20 de Noviembre y por 30 días calendarios, el mundo entero se paraliza alrededor de un balón pateado por 32 selecciones de países que han pagado por el derecho de hacerlo; la gran mayoría con el talento y la magia del fútbol y otros o por lo menos uno, el país anfitrión, con la magia de la chequera.
El certamen de Qatar 2022, es por mucho el mundial más costoso de toda la historia y eso es solo la punta de iceberg de la polémica generada en torno a ello, pues no solo se critica los grandes gastos y opulencia de un país salido de las páginas de las mil y una noches, y dueño de la tercera reserva más grande de gas y petróleo del mundo, sino por las violaciones de los derechos humanos, explotación laboral, homofobia, discriminación de género, etcétera y etcétera.
Es impresionante como la monarquía de la familia “AL THANI”, ha sido literalmente desde su independencia, dueña de un país con tan solo 250 mil cataries o súbditos y más de un millón de migrantes en su mayoría de África y el sur de Asia, que son los esclavos modernos de la pomposidad de una cultura donde decir una grosería en vía pública es condenatorio, pero cagan en sanitarios de oro, en baños de cristal con vista al mar y hasta en la leche, como dicen en la tierra del ganador del mundial 2010.
8 majestuosos estadios han sido construidos en tiempo récord, con extenuantes y denunciadas jornadas de trabajo, muchos han muerto dejando su sudor, lágrimas y sangre, cuál coliseo romano, para el espectáculo y diversión de unos pocos “dioses” que un día despertaron con ganas de comprar un equipo de fútbol y después, porque no, un campeonato del mundo.
QATAR, un país donde la naturaleza ha sido desafiada y se camina por las calles con aire acondicionado a pleno sol de medio día, dónde los animales salvajes son mascotas domesticadas, un país que no práctica el deporte del futbol y a las mujeres no se les permite jugar ninguno; y que seguramente después del mundial, no volverán a usar esos estadios, por lo menos para el fútbol, quizás para carreras de drones, de camellos, de halcones o de los que se les ocurra, eso sí; después de hacer uno que otro favor político, comprar aviones, firmar exportaciones, etcétera y etcétera.
Para los bohemios amantes del buen fútbol o del “jogo bonito”, veremos cómo se ofrece al mejor postor, cuál ramera ebria, el deporte más popular del mundo, bajo la venia de las “vacas sagradas” y la complicidad del silencio del mundo entero, paradójicamente en un país donde la prostitución y hasta beber alcohol en público, está prohibido.
Que viva el fútbol, el mejor “espectáculo” del mundo… el mundo mágico de Qatar.
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