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Foto del escritorEFRAIN MARINO

LA REINA DEL BULLERENGUE



Por: Efraín Marino @efrainmarinojr

(Fragmento del libro HISTORIAS DE LA NOCHE)

“La siguiente historia es fruto de la imaginación excitada, de una noche bullerenguera, llena de ñeque y tambor; al calor de una sensual negra caderona que me llevó al cielo”

En una noche envuelta en el misterio del municipio de Puerto Escondido, Córdoba, una mulata de nombre Petrona, con sus ojos oscuros reflejando la curiosidad y el temor, se aventuró hacia una casucha abandonada. La luna, como un mechón solitario en el cielo, iluminaba apenas el camino cubierto de maleza que conducía a la entrada de la antigua morada.

El viento contaba sus secretos entre las ramas de los árboles, mientras Petrona se adentraba con paso temeroso en la casa, cuyas paredes de barro y boñiga, tenían escritas palabras en lengua palenquera. Con cada paso, el suelo crujía bajo sus pies, como si la casa misma estuviera susurrando su propia historia.

En una habitación llena de polvo y telarañas, debajo de unas tablas podridas por el moho y el salitre; Petrona encontró un bulto que contenía un paquete de cartas amarillentas, envueltas en un pedazo de cuero curtido, cuidadosamente atadas con una cuerda de fique desgastada por el tiempo, sus manos temblorosas, desamarraron los nudos y comenzó a leer las cartas, un rayo de luz de luna iluminó el cuarto y extrañamente sus ojos se voltearon quedando en blanco, ya no veía las palabras, ahora resonaban en su cabeza, con el eco del pasado.

Las cartas relataban el romance prohibido entre una joven criolla, cantaora de bullerengue y un apuesto joven blanco, hijo del dueño de la hacienda “Los Martinez”, la cual se extendía desde la costa atlántica hasta llegar a Montería y desde San Pelayo hasta nuevamente el mar caribe, donde los negros africanos traídos a Cartagena, crearon asentamientos a lo largo del rio Atrato, hasta llegar a Córdoba, llevando sus tradiciones y costumbres, entre ellas sus rituales sagrados como el bullerengue, ritmo musical, mediante el cual los esclavos nativos se desahogaban en las noches, a la luz de fogatas silvestres luego de las arduas jornadas de trabajo, y fue allí donde el amor floreció en medio de la opresión y la segregación racial, cuando el joven Martínez, decidió enseñar a leer y escribir a su amada de ébano. Las palabras escritas con tinta desgastada hablaban de encuentros furtivos y pasionales bajo la luz de la luna y promesas de amor eterno susurradas en la oscuridad de la noche.

Petrona metida de lleno en el espectral trance, escuchaba los tambores alegre y llamador, así como el repiquetear de las tablas, al tiempo que un espíritu cimarrón la poseía, sintiendo el dolor y lamento del esclavo cautivo bajo yugo del amo blanco, se vió reflejada en las páginas amarillentas, sintiendo la fuerza de un amor que desafiaba las barreras impuestas por la sociedad. Cada carta era un tesoro lleno de emociones encontradas, de esperanza y desesperación, de sueños compartidos y promesas rotas.

Con el corazón latiendo con fuerza en el pecho, Petrona se dio cuenta de que las cartas no sólo contaban la historia de aquellos amantes olvidados, sino también la suya propia. En ellas encontró el coraje para enfrentar sus propios miedos y luchar por lo que tanto anhelaba; pues siempre había querido ser cantante, pero estaba mal visto que una mujer decente, estuviera en las fiestas y lugares de música y alcohol.

Al amanecer, con el paquete de cartas entre sus manos, Petrona abandonó la casa abandonada, llevando consigo el legado de aquellos amantes del pasado. Con cada paso, se sintió más cerca de su propia historia, dispuesta a escribir un nuevo capítulo en las páginas del destino, y fue entonces cuando decidió convertir en canciones cada una de esas cartas, canciones de amor y de melancolía, canciones prohibidas y de lamentos, canciones de desesperanza y anhelo de libertad. Tomo la decisión de ponerse el apellido español del joven de las cartas, y llena de la valentía de la negra enamorada, se enfrentó a su familia y a la sociedad, naciendo en ese mismo instante la reina del bullerengue, se le conoció por toda la región y el mundo entero como Petrona … PETRONA MARTÍNEZ !!!

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